martes, 28 de octubre de 2008

INCONSCIENCIA


Lección 8: acción y omisión


A toda acción le sigue una reacción. A toda omisión le sigue una reacción. Demasiadas veces olvidamos la segunda parte. La biología se rige por las leyes de la física, la vida, no. De hecho, las consecuencias de dejar de hacer son a menudo, mayores y más temibles que las de actuar. ¿Quién no se ha arrepentido de desperdiciar una oportunidad?¿Quién no ha tenido en sus labios, en su mente, en su corazón, un carpe diem?El miedo a las reacciones indeseadas es paralizante, pero habitualmente sólo contemplamos el miedo a las consecuencias de nuestros actos, cuando deberíamos temer tanto o más las repercusiones de la inmovilidad.

De la misma manera, el silencio da más información que las palabras. Todo el mundo dice lo que se siente con derecho a decir, pero es mucho más interesante lo que trata de ocultar callando. Escuchemos atentamente, pues, a quienes nos hablan, sin perder de vista -o de oído- las frases ausentes, las respuestas esquivas y lacónicas y la verborrea intrascendente que trata de disfrazar los silencios evidentes. Y hablemos, digamos todo cuanto haya que decir sin tapujos. La pieza que más llama la atención en un puzle es la que no se ha puesto.
Seguid callando para que os pueda escuchar con claridad, Milady.

jueves, 23 de octubre de 2008

COMPLACENCIA

Lección 7: NO

Esta es una de la palabras más útiles que uno puede encontrarse en un diccionario, pero cuidado, porque empleada sin moderación, puede causar efectos indeseados. Debe ser usada sólo en el momento oportuno, acompañada de una mirada serena y un silencio dramático para que sea efectiva. La verborrea innecesaria que tantas veces la acompaña denota patetismo e inseguridad, con lo que nuestro vocablo de hoy pierde efectividad.
Muchas veces se hace abuso del NO, en contextos donde hubiera sido mucho más inteligente y efectivo un sí, pero...Imaginemos a una de esas personas que tratan de vampirizarnos un día cualquiera, un jefe, una madre, una pareja, un supuesto amigo. Imaginemos una petición que nos desagrada o altera nuestros planes de manera molesta. Imaginemos que sonreímos y comenzamos la frase con un brillante sí y una sonrisa, que despertarán la simpatía de nuestro incauto interlocutor. Imaginemos el pero que hace imposible que cedamos a sus exigencias. . Delicioso, misión eludida, sin necesidad de ceder y consiguiendo incluso cierta simpatía...
Reservaremos nuestra palabra favorita para los insistentes y para esas peticiones que rayan o ofensivo. Como un buen vino, aumentará su fuerza y su sabor si la descorchamos sólo en ocasiones especiales.
Sí, milady, os respeto y os creo, pero preferiría que os apartaseis de mi vida para siempre...

domingo, 19 de octubre de 2008

RESIGNACION


Lección 6: la fuerza


De cuando en vez, todos nos podemos encontrar viviendo una situación que no nos gusta, una vida que jamás habríamos elegido, ni imaginado. Hay entonces tres posibilidades, pero sólo una de ellas es inteligente. La primera es el lloriqueo no constructivo, el victimismo pusilánime típico del patético. La segunda es la lucha infatigable por cambiar lar circunstancias, parece una buena opción de entrada, pero asegurémonos antes de que las circunstancias son susceptibles de ser modificadas o consumiremos en vano tiempo y energía. La última, que no siempre contemplamos de entrada, es la resignación. Resignarse es asumir la situación, ser consciente y aprovechar la fuerza del contrario, o de la contrariedad. No hay frase más ridícula que no puedo soportarlo. Siempre es mentira, ya lo estás soportando mientras gastas tus fuerzas en quejarte. Parafraseando a algún maestro Shaolin: no se trata de aprender a vencer a un oponente, sino nuestras propias limitaciones y debilidades.

No se quién recitó este mantra por primera vez, pero debía ser alguien sabio... Pidamos serenidad para aceptar lo que no podemos cambiar, coraje para cambiar lo que sí podemos y sabiduría para distinguirlo.


Lloriquead cuanto queráis milady, no os hará especial. Y unos zapatos con los que no sabéis andar, tampoco.

jueves, 16 de octubre de 2008

SEXO



Lección 5: Sexo, de damas y cortesanas




El sexo es uno de los grandes pilares de la vida, tanto en el sentido real como en el figurado. No solo es la base de la vida, es seguramente el sector que más dinero mueve en el mundo y la razón de que os convirtáis por un día y sin quererlo en lectores de este pretendido manual de buenas maneras (por llamarlo de alguna forma).

Una dama disfrutará de la velada todo cuánto pueda, eligiendo los juegos a los que está dispuesta a jugar. Una cortesana no elige el juego, nada que ver con la sumisión, ni siquiera sabe lo que quiere, y si lo sabe, nunca lo buscará...La dama actúa movida por su propio placer (ver Lección 1), pero la cortesana no obtendrá placer si no es al cobrarse el "favor" o al exhibir o contar el episodio. Todos conocemos algún ejemplo, os invito a recordar sus caras, no olvideis, por favor, que para ser lo que vulgarmente se denomina una puta, no es preciso ser mujer.
A este respecto, me vienen a la mente dos máximas. La primera la leí en el diario de una bailarina: recuerda mientras bailas que una bailarina no es una fulana, sino una diosa del sexo. La segunda viene de mi época en la facultad: puedes contar qué hiciste o con quien, pero jamás en la misma conversación, entre otras cosas, para no incomodar a tu audiencia.
Milady (por llamaros de alguna forma), hoy os daré otro consejo no pedido: aprended a mantener cerrado algo, sean vuestras piernas o vuestra boca...

miércoles, 15 de octubre de 2008

De lo moral y lo inmortal

Lección 4: la moralidad

Defintitivamente, no. Los sádicos no somos inmorales (1. adj. Que se opone a la moral o a las buenas costumbres.) Es más, la mayoría podríamos pecar de moralistas casi hasta el extremo del fundamentalismo. Cuidado, hablo de moralidad, nada que ver con decencia o mojigatería, conceptos bien diferentes y mucho menos afines a nuestra filosofía.
Si que es verdad, que en un país como el nuestro, como nuestra querida patria España, de arraigado acervo católico, puede que nuestra moralidad se aparte del concepto clásico. Si revisamos uno a uno los preceptos, la diferencia no es tanta...
1. Cada cual decide qué cosas ama libremente. Nos amamos a nosotros mismos, sin duda y en toda la amplitud de la palabra...
2. Ni juramos ni blasfemamos, lo primero por innecesario y lo segundo por buena educación.
3. Santificamos cada día, cada momento es precioso. Oled las rosas mientras podáis...
4. Honramos a quien nos enseña y nos guía y a quien nos es digno de admiración. A quien no, se lo hacemos saber con mayor o menor premura y sutileza.
5. Matar es feo, y poco adecuado, hay formas mucho más divertidas de saldar cuentas, más inquietantes y más didácticas.
6. Impuro es traicionar, mentir...Nuestros cuerpos son puros y nuestros sentimientos también, más o menos efímeros, pero puros.
7. Lo nuestro es nuestro, el resto no, no nos interesa y no lo queremos, la envidia y la codicia son malas compañeras de camino.
8. No es necesario mentir, ni recomendable, ni divertido, las verdades son mucho más provocativas y demoledoras, como ya se explicó en una lección anterior.
9. No consentimos pensamientos ni deseos impuros, no los soportamos, de hecho, de ahí ese toquecito fundamentalista que caracteriza a un sádico.
10. No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita y nuestras necesidades, con mucha frecuencia son provistas por el destino.
Hoy mi mensaje irá encriptado para milady. Deberíais haber pensado 6-8, yo especialmente 9, así que ahora pasaremos a 4 y a 5 y no perdáis vuestra falsa sonrisa, porque 5 será mucho mejor cuando sea público, pero eso aún no lo decidí, milady...aún os queda alguna esperanza. Sí, es cierto, es pequeña.
Saludos, M.W.

martes, 14 de octubre de 2008

Anexo I: el influjo de la luna

La luna llena, como la de hoy, altera nuestras precepciones, nuestras intuiciones. Desde tiempos inmemoriales, los días de luna llena se marcaban en los calendarios de todas las culturas como momentos cargados de magia y secretos. No despreciemos el poder de Selene, favorecedora de encuentros y promesas. Hoy no necesito escribir nada más aquí, la amiga Luna hará el resto...

miércoles, 8 de octubre de 2008

La vanidad


Lección 3: La hoguera de las vanidades


Si bien, como ya expliqué, el motor principal de un sádico es su propio ego, hay una motivación secundaria nada despreciable: la vanidad. La vanidad es muy similar al fuego, es necesaria para mantener el hogar caliente y para prender las llamas de las pasiones, pero a la vez es un instrumento peligroso que debe ser controlado en toda ocasión.


Desde los tiempos gloriosos de Lucrecia Borgia, las damas perfumaban sus misivas, alimentando su halo de misterio y seducción. Los tiempos, por desdicha, han cambiado. Ahora las cartas no navegan en navíos hacia otros continentes, sino que somos nosotros quienes navegamos en una red tejida por sirenas en busca de una carta sin sello dirigida, o no, a nosotros. No podemos oler el aroma de las cartas, hemos de conformarnos con las imágenes, colores, fuentes y perfiles disponibles entre arrastres, cercos y palangres.


Para compensar a la vanidad por la pérdida del tacto del papel, de los matices de la tinta y de las esencias, se recurre a los más variados ardides. Nadie es quien dice ser, ni quien aparenta ser, pero no engaña el que quiere, sino el que puede, no al menos por demasiado tiempo. Excepción hecha, por supuesto, del caso en que el aparentador sea un buen sádico y el objetivo de sus apariencias, un patético...


Un sádico que se digne de serlo, no perseguirá el engaño completo. Como he dicho, la vanidad nos mueve. Dejamos pistas entre líneas sobre nuestro auténtico yo, un yo que tal vez nosotros mismos no conocemos, pero que no pasará inadvertido al observador entrenado. Todo el mundo deja sus huellas en la malla digital, sería estúpido autoconvencerse de que no es así. La clave está en sembrar de guijarros el camino que dirige a nuestra incauta víctima hasta nuestras manos y esperar pacientemente, una vez más a que caiga, efectivamente, en nuestra red. Sentémonos pues a esperar la ansiada recompensa: el pavor y el desconcierto en los ojos atónitos de la víctima.


No me olvidé de vos, madame, espero fervientemente vuestra mirada a través de esta red tejida para vos. Os daré hoy dos consejos, que por supuesto no habéis pedido: no perdáis demasiado tiempo en borrar vuestras huellas, porque el molde ya fue sacado y calzaros de nuevo vuestras alpargatas, porque los zapatos de tacón nos os quitarán años, sino que os añadirán tropiezos y dejan huellas más claras.

Penélope

miércoles, 1 de octubre de 2008

Los secretos

Lección 2: los secretos

Los secretos hacen la diferencia entre una dama y una vulgar cortesana. La mujer que revela todos sus secretos pierde automáticamente su encanto. Sin embargo, la mujer que guarda celosamente todos sus secretos pasará por anodina e insulsa. El secreto, valga la redundancia está en las confesiones a media voz, sin revelar todos los detalles del pasado y ante todo, sin desvelar la próxima jugada.

Algo muy similar ocurre con las identidades. Todos (todos los adultos en nuestro sano juicio) mantenemos sin gran dificultad varias identidades públicas -somos amigos, profesionales, vecinos, hijos- y las más de las veces alguna que otra privada...Hasta ahí entran en juego la discreción y las buenas maneras. La buena educación consiste en saber estar en cualquier parte sin llamar desagradablemente la atención sobre nuestra propia persona. Las palabras soez o pedante sirvan de ejemplo de las connotaciones desagradables que conlleva no saber estar a la altura o situarse deliberadamente demasiado alto. Pero la excesiva multiplicidad de identidades es igualmente perjudicial. Quien asume, pongamos cinco registros diferentes como amigo, tiene los días contados antes de ser catalogado como hipócrita, con razón, a mi humilde parecer.

El último lugar en esta lista de abstractos corresponde al más importante: la Verdad. La Verdad absoluta no existe, el mundo real está lleno de verdades individuales, de teoremas idealizados y de constataciones parciales. En estos términos, la sinceridad se convierte en ejercicio de brutalidad para imponer nuestra verdad a otro. Es por esto preferible, la honestidad, desde la cual podemos asumir la imperfección de nuestras verdades a condición de ser coherentes. La mentira, en cambio sí existe, aunque no es oro todo lo que reluce.
Todos sabemos cuándo mentimos y no tiene que ver con especular, con conocer todos los hechos ni con evitar la brutalidad, sino con la intención: la mentira busca confundir u ocultar una verdad, que habitualmente es la nuestra propia...

Por lo general las virtudes son gregarias, o acuden todas cual hacendosas abejas a fabricar miel o huyen en tropel como las ratas de un barco que naufraga...Y de vos, milady, lo único que diré hoy es que nunca os vi oler una flor, pero de todos es ya conocida vuestra afición por la sal.