Lección 8: acción y omisión
A toda acción le sigue una reacción. A toda omisión le sigue una reacción. Demasiadas veces olvidamos la segunda parte. La biología se rige por las leyes de la física, la vida, no. De hecho, las consecuencias de dejar de hacer son a menudo, mayores y más temibles que las de actuar. ¿Quién no se ha arrepentido de desperdiciar una oportunidad?¿Quién no ha tenido en sus labios, en su mente, en su corazón, un carpe diem?El miedo a las reacciones indeseadas es paralizante, pero habitualmente sólo contemplamos el miedo a las consecuencias de nuestros actos, cuando deberíamos temer tanto o más las repercusiones de la inmovilidad.
De la misma manera, el silencio da más información que las palabras. Todo el mundo dice lo que se siente con derecho a decir, pero es mucho más interesante lo que trata de ocultar callando. Escuchemos atentamente, pues, a quienes nos hablan, sin perder de vista -o de oído- las frases ausentes, las respuestas esquivas y lacónicas y la verborrea intrascendente que trata de disfrazar los silencios evidentes. Y hablemos, digamos todo cuanto haya que decir sin tapujos. La pieza que más llama la atención en un puzle es la que no se ha puesto.
Seguid callando para que os pueda escuchar con claridad, Milady.